Microrelatos: Cristo vivo

Aquí encontrarás una anécdota de la inauguración del Cristo Blanco.

Estábamos con Laura en la inauguración del Cristo de las Sierras. Habían armado el escenario al final de la esplanada para estacionamiento y nos sentamos en una de las sillas de plástico junto el público. En ese momento hablaba el intendente. Atrás de él, sobre el cielo plomizo, se veía flamear un paño como si fuera una nube anclada a la tierra. Con la vista ubicamos el lugar donde habíamos estado unos meses antes tomando mate y tratando de adivinar el futuro emplazamiento del Cristo de las Sierras. Hasta nos pareció ver la liebre que ese día nos hizo compañía, ahora, mirando desde atrás del alambrado.

Mientras hablaba el gobernador, me amiga me pasó el mate y me dijo:

  • Mirá para atrás, ¿lograrán inaugurarlo antes que llueva?

El cordón Animas-cascada estaba envuelto en una negrura total.

Comenzó a cantar un artista, pero lo cortaron porque la llovizna caía fina sobre las cabezas y los equipos de sonido. Apresuraron el momento, destaparon al cristo blanco y las palomas volaron, mientras el sol tocaba el horizonte y un único rayo puso oro en las piedras. La orquesta arremetió con fuerza para grabar el recuerdo de ese instante, pero no pudo tapar el estallido del trueno que retumbó en Ánimas.  Todos se estremecieron.

Yo le comenté a mi amiga:

– ¿Será señal que por estos lados no hay más purgatorio?

Y las dos nos reímos de la mística que siempre envuelve a estas sierras.