Con los docentes de la escuela especial donde yo trabajaba quisimos hacer algo distinto para el acto de San Martin. Nos propusimos cruzar las sierras como si fueran la Cordillera de los Andes. Así los alumnos vivirían la historia del libertador en carne propia, sería divertido.
Como actividad previa hicimos un mapa del recorrido con los nombres de los arroyos, de los cerros y hasta de los lugares donde pasaban las pircas.
Los docentes conseguimos el permiso de la cantera Albión, que tenía una vieja casucha scout en el monte y fuimos unos días antes a decorarla con banderas argentinas.
El micro nos dejó en cascada. El día de la lección paseo parecía preparado a propósito. La niebla era tan espesa que apenas nos veíamos entre nosotros. Aunque caminábamos en fila india, las chilcas mojaban los ponchos que teníamos puestos como traje del acto. Por el cauce del arroyo, entre los paredones, nos metimos sierra adentro. El eco de las voces creó la idea de un ejército fantasma y algunos ya querían terminar con esta historia de soldados que les estaba dando miedo.
Llegamos a la pirca que, en el juego del cruce, era la línea divisoria. Del otro lado… ¡Chile nos recibió con una gran roca de granito húmedo por la que todos patinamos!
Al fin alcanzamos la entrada alta de la cantera y quedamos todos con la boca abierta.
Arriba de la niebla había sol y sobre ella flotaba la cima de Las Ánimas como un espejo de la cordillera.
Los últimos metros fueron corridas y gritos de alegría que aumentaron cuando descubrieron las banderas y la merienda servida en un precario salón de actos en medio del monte de eucaliptus.
Los docentes nos sentamos a descansar en un tronco y ya estábamos pensando cómo armaríamos un audiovisual para mostrarlo el día del acto.